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Los vaivenes del desarrollo

Octavio A. Rocha Huerta

 

Resumen

 

La visión y las teorías que sustentan el desarrollo de ninguna manera han seguido un curso lineal, por el contrario, se componen de múltiples iteraciones que en la actualidad convergen en el concepto más evolucionado de lo que se puede entender por desarrollo. Pero el camino no ha sido fácil; el planeta y la civilización están de por medio y las generaciones actuales enfrentan el mayor de los retos: alcanzar el desarrollo sostenible.

 

No existe un significado único y verdadero de la palabra “desarrollo”. Su definición responde a una serie de vaivenes que no son para nada fortuitos, sino que están relacionados con la evolución del propio ser humano y sus necesidades, aspiraciones, comodidades e incluso responden a modas y tendencias a lo largo del tiempo.

 

Es claro que las necesidades humanas del Siglo XXI no son iguales a las del Siglo XX y desde luego son muy diferentes de aquellas del XIX y anteriores. No es que las necesidades hayan cambiado, siempre han existido aquellas básicas, pero en cuestiones de consumo, hoy por hoy, el ser humano requiere de mayores satisfactores que hace cincuenta o cien años y la concepción del desarrollo ha evolucionado en esta misma medida. 

 

Si bien se ha superado la visión puramente “economicista”, ésta no deja de estar presente en mayor o menor medida en muchas de las concepciones del desarrollo. Durante la década de los cuarenta, cuando la visión del mundo occidental estaba enfocada en la industrialización, las teorías del desarrollo acompañaron dicha visión. Cuando el mundo se sumió en profundas crisis, no solo económicas sino de la propia identidad, la concepción del desarrollo también acompañó esa visión.

 

Más tarde, cuando el mundo occidental comenzó una carrera vertiginosa por la acumulación, el desarrollo funcionó como explicación y como justificación para dicha visión. En la actualidad, cuando el mundo ha perdido la bonanza de las décadas pasadas y enfrenta una escasez de recursos sin precedentes, las teorías del desarrollo comienzan a cuestionar nuevamente e incluir en su propia visión la importancia de aquello que siempre la tuvo, pero que se dejó de lado en aras de la riqueza.

 

Por fortuna, la humanidad ha alcanzado estados de conciencia que han impreso nuevas perspectivas en la caracterización sobre lo que implica el desarrollo. Esto se debe en buena medida a la crítica y oposición de autores y actores que cuestionaron todo aquello que fue dado por hecho e impuesto como visión del desarrollo. 

 

Al igual que la conciencia humana, que en los primeros años de infancia y adolescencia es influenciada por factores externos, pero que con el tiempo alcanza cierta madurez, las teorías del desarrollo parecen mejorar y ampliar su perspectiva, integrando factores humanos, ambientales y sociales que ponen a las personas en el centro del desarrollo y se alejan de la riqueza en sentido económico como eje principal.

 

Es imposible decir que las teorías del desarrollo implementadas anteriormente fueron un éxito o un fracaso, porque no se puede explicar una, sin contemplar la esencia de la anterior. E incluso, en el continuo evolutivo de la concepción del desarrollo, cada teoría funciona gracias al auge y caída de su predecesora como si fuese un proceso iterativo de ensayo y error. 

 

Sin embargo, la forma en que esta nueva generación concibe (concebimos) el desarrollo hoy en día, es quizás una de las más amplias, transversales e inclusivas en la historia de la humanidad y contempla una gran cantidad de actores, entidades y organismos trabajando por un mismo objetivo; garantizar un desarrollo sostenible que no deje a nadie atrás ni en esta, ni en las generaciones futuras. 

 

No hay personas perfectas, como tampoco hay “desarrollo” perfecto, pero una cosa es segura: cada vez habrá una mejor versión y concepción de lo que es entendido como desarrollo.