El término capital es utilizado para describir flujos de bienes y servicios que producen beneficios económicos. En este sentido, el capital natural se puede concebir como el stock de bienes y servicios ecosistémicos indispensables tanto para la vida como para la actividad económica (1).
Los servicios ecosistémicos se pueden considerar como una cadena de flujos que conectan a los ecosistemas con el bienestar de las personas (2). De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), estos se pueden dividir de la siguiente forma (3):
- Aprovisionamiento: alimentos, materias primas, agua y recursos medicinales.
- Reguladores: calidad del aire, captura de carbono, moderación de eventos climatológicos extremos, tratamiento de aguas residuales, prevención de la erosión y mantenimiento de la fertilidad del suelo y polinización.
- Culturales: recreación, salud física y mental, turismo, apreciación estética, arte y diseño y experiencia espiritual.
Cuando el capital natural se deteriora, la escasez de servicios ecosistémicos afecta el equilibrio natural, derivando en crisis sociales y económicas (4). Por ejemplo, la degradación de los ecosistemas terrestres y marinos socava el bienestar de más de 3 mil millones de personas alrededor del mundo y tiene un costo equivalente al 10% del PIB global cada año (5).
Aunque estas condiciones siguen agravándose, la sobreexplotación de recursos vírgenes sigue incrementando. Tan sólo en 2017, más de 100 mil millones de toneladas de materiales ingresaron a la economía para su procesamiento, de las cuales poco menos de 9 mil millones eran materiales reciclados. Esto adquiere mayor relevancia cuando observamos que en los últimos diez años, la extracción de materias primas vírgenes se incrementó en 9%, mientras que su reciclaje decreció de 9.1% a 8.6% entre 2016 y 2017 (6).
Para 2050, se estima que el consumo de materiales ascenderá a 184 mil millones de toneladas anuales. Con el modelo lineal actual, esto implicará necesariamente escasez de materiales y deterioro de servicios ecosistémicos, propiciando pérdidas económicas y costos adicionales para la actividad industrial y el comercio equivalentes a $479 mil millones de dólares al año, por lo que el modelo económico lineal basado en la premisa “take-make-dispose” resulta insostenible (7).
En este complejo contexto surge la economía circular como un sistema industrial que promueve un uso más eficiente de los recursos a lo largo de las cadenas de valor. Contrario al modelo lineal, plantea el desarrollo de dinámicas de producción y consumo que permitan mantener la circulación funcional de materiales dentro de la economía por más tiempo, extrayendo la mayor cantidad de valor posible de la energía y trabajo utilizados, reduciendo los residuos, la contaminación y el consumo de materias primas vírgenes, permitiendo así, la regeneración de los sistemas naturales (8).
Para desplegar el máximo potencial de la economía circular, es necesario replantear los procesos involucrados en la obtención de materias primas y su transformación en bienes y servicios, así como su uso y disposición final, sofisticando los patrones de producción y consumo. Esta transformación tiene que darse con un enfoque sistémico, transectorial y transdisciplinario procurando la escala necesaria para abatir los costos de la transición y multiplicando sus beneficios.
Para esto, se han identificado cinco enfoques universales de política pública para impulsar la transición (9):
- Estimular la circularidad de los productos y servicios desde su diseño.
- Administrar los recursos para preservar su valor.
- Crear las condiciones económicas y regulatorias para consolidar la competitividad de las soluciones circulares.
- Invertir en innovación, desarrollo de infraestructura y capacidades circulares.
- Incentivar la colaboración público-privada a lo largo de la cadena de valor.
Así, la economía circular se presenta como un modelo restaurativo que incentiva un uso más eficiente de las materias primas, reduciendo la explotación intensiva de recursos naturales permitiendo su regeneración. Además, puede generar beneficios económicos y ambientales adicionales, como la generación de nuevas fuentes de empleo y nuevas capacidades, la reducción de los costos de producción, fomento de la innovación, preservación del recurso hídrico y mitigación del cambio climático, lo que la posiciona como el camino a seguir (10).
– Edgar Arturo Carrillo
Referencias
- European Environment Agency (EEA) (2016) Protecting, conserving and enhancing natural capital.
- United Nations (UN) (2014) System of Environmental Economic Accounting 2012— Experimental Ecosystem Accounting.
- Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO). Ecosystem Services & Biodiversity.
- World Resources Institute (WRI) (2008) Restaurando el Capital Natural: Un Programa de Acción para Sustentar los Servicios Ecosistémicos.
- United Nations Environment Programme (UNEP) (2019) Global Resources Outlook 2019.
- The Platform for Accelerating the Circular Economy (PACE) (2020) The Circularity Gap Report.
- World Wildlife Fund (WWF) (2020) Global Futures Report.
- MacArthur, E. (2017) Ellen MacArthur Foundation.
- Ellen Macarthur Foundation (EMF) (2021) Universal Circular Economy Policy Goals: Enabling the Transition at Scale.
- Ellen Macarthur Foundation (EMF), McKinsey & World Economic Forum (WEF). (2014). Towards the circular economy 2: Accelerating the scale up across global supply chain.